Le matérialiste connard

Posted by I'm the penguin | Posted in | Posted on Thursday, February 07, 2013

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Alors on y va. Recién venía de con los cristales, has de entender que a mis ojos todo eran construcciones simbólicas. Emancipaciones culturales, transgresiones a conceptos, el adversario era entonces una fina capa de sentido común con la que medimos al mundo. Se instala sin darnos cuenta y rara vez se le ve. Algo parecido a creer que por ver el horizonte la Tierra es plana.

Entonces llegó él, le matérialiste.

Demos un poco de contexto. Un rubio despampanante llegó un colorido día de verano a mi  jardín. Cautivó mi vista. Así como cuando uno ve un comercial de perfume y todo es perfecto. Y podría armar un manifiesto de porqué corrompe al imaginario colectivo vender imágenes imposibles. Pero igual sonríes un poquito cuando el modelo ve directo hacia la cámara y hace un petit smirk. Y entonces  hace que todo sea bello y nada duela. Y fue así como vagó el francés, fuera de foco, inalcanzable. Por su estilo, bien podía ser un escritor estudiando antropología perdido en un jardín de piedras rotas y chiles. El no saberlo real lo mantendría como flor en libro, conservado perfecto hasta el olvido.

Pero entonces un día entró a mi salón.
Connard!

El velo no había caído hasta que se habló de Touraine, yo dije que me parecía fantástico su partición histórica de los movimientos que dejan de buscar reivindicaciones materiales, y más bien buscan las culturales. Lo material queda secundario a lo espiritual. El despojo territorial es sólo una parte del despojo identitario. Las ideas son las que luchan, ya no, sólo las cosas. Al emocionarme enunciando este barbullo busqué entre la multitud, seguro el místico escritor-antropólogo-modelo apreciaría mi amor por los símbolos. (Juntos llevaríamos al patriarcado a la guillotina). Y pues nada, que a él eso de las ideas no le iba.

-Pero eso es una gran partición de la realidad no? Hay movimientos hoy en día que sólo tienen una base individualista y simbólica.- pronunció a medias - Como el feminista (strike uno), el homosexual (strike dos) o el ambientalista (strike tres, out).- El velo cae, tras él se deja ver un monolito de materia: se olvidaron de decirle que el muro calló. << telón >>

-Son diversificaciones que roban simpatía, pero dentro del mismo capitalismo. Comparémoslo con el movimiento obrero, a nadie le importa ya el derecho de los trabajadores, y de ahí es de donde viene el sustento, lo básico- Enunció, convirtiéndose en persona non grata.

La obra había terminado prematuramente, y el actor, como si nada hubiera pasado, caminaba entre los mortales. Limpiando de palomitas los asientos y puliendo los suelos nos topamos. Había pensado que le preguntaría sobre sus pensares, lo enfrentaría con mi limitado pero potente repertorio de feministas y bagaje fanfarrónico para demostrar que sin símbolos, su materia, como cualquier átomo, estaba casi vacía. Pero entonces me vio a los ojos, e hizo un petit smirk. Aún sin velo la cámara seguía corriendo. Todo era bello y nada dolía.

Si bien un marxista de la viaja usanza no bastaba para romper ciertas certezas y corromper convicciones, el francés me provocó dudas. Es cierto, dentro del capitalismo las luchas que tienen más voz son aquellas afiliadas al sistema. Sin embargo eso tiene que ver con institucionalizar las alteridades. Con 'unirte' al enemigo. Darle un espacio en la tele y abrirle un mercado. Llámese a exigencias de algunos movimientos de mujeres, homosexuales y ambientalistas (entre muchos otros). Pero en este caso, todo movimiento que no transgrediera al capitalismo era una institución adscrita, qué no? Puede que, yo no iba a contestar esa pregunta. Lo que sí podía decir es que los movimientos feministas, queer y ecologistas no tenían en su corazón (llámese el mío) la cara del privilegio que el marxista supone. Está el ecologismo de los pobre, está la lucha por derechos de equidad que aún no está en todos lados, están los trabajadores queer. Lo gay no obliga a lo glamuroso.

Al siguiente día lo vi en el jardín. Había que confrontarlo, mi educación informal con lxs anarcofeministxs de Tumblr no me iba a permitir que un hombre-blanco-europeo-económicamente_privilegiado-que se identifica como heterosexual se saliera con la suya hablando de género-sexualidad-medioambiente. Hell-to the-no. Entonces me planté frente a él e incómodamente pedí permiso de sentarme en su mesa.

El capitalismo, donde quiera que se hubiera encontrado retosando, contando sus victorias ante el hombre y manejando todo con hilos geopolítico-mediáticos tuvo que se convocado. No hay manera de pronunciar tantas veces un nombre sin que le zumbara algún aparato de dominación occidental. Yo soy más constructivista (y fanfarrón), no creo en la mano invisible siniestramente girando al globo a su merced, a costa de unos por el poder supremo. Dónde el veía lineas de dominación directa, yo veía estructuras autorreproducidas que jalaban en varias direcciones. Después de un rato se le dejó ver mucho el privilegio. No veía la liga entre movimientos obreros y liberación queer. No veía del movimiento ambientalista más allá de la economía verde. Pensaba que el mundo era suficientemente abierto a lo femenino.

Su ceguera me explicó cosas. Aún no sé cuáles o cómo. En ese momento daba por terminado su encanto, si bien tenía las herramientas de incisión, no optaba por primero lacerar el aire que rodeaba el tejido espinoso. Las estructuras que pesan y conforman el tejido no pueden ser unilaterales o controladas por una voluntad, ningún sistema complejo lo hace. Otro ídolo plástico había muerto. Pero entonces bam! petit smirk.

Connard!

Tout est beau et rien me blesse.




De ojos y cristales queer

Posted by I'm the penguin | Posted in | Posted on Sunday, February 03, 2013

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Aquello contra lo que revientan las olas me recomendó escribir estas pequeñas historias perdidas que sin hogar se vuelven recuerdos vagos. Creo que ahora lo haré, empezaré por esta.

Al saber que tenía que ir sólo, me apuré, de pésimo gusto llegar tarde cuando no conoces a nadie. Tenía una idea de cómo llegar, pero caminé sin saber dónde era. Me adentré al corazón de la ciudad, las caras se volvieron más nítidas, sus conversaciones más vivas, su ritmo más atareado: había que hacer vida. Con nervios en el paso y lentes en mano me metí por la callecita y no sabía si era el lugar correcto. Acto seguido salen del estacionamiento dos hombres en un auto, uno lleva un paliacate de colores floridos, el otro besa al primero. Salen del estacionamiento. Sí, estaba en el lugar que buscaba.

Entro por unas escaleras, ahora los nervios pasan a las rodillas. Llego a la mitad y un sujeto que iba bajando las escaleras se detiene, me ve y sonríe. "Pasa, está abierto". (Sonríe demasiado amable. Claro que voy a pasar ¿Podía no estar abierto?)- "Am a... gracias"- digo sonriendo incómodamente y continuando. Llego al piso y es un café normal: sillas, edificio viejo y alguna exposición de artista local. (No hay nadie. No llegué tarde. Nadie va a venir.) Entonces se dan cuenta de mi presencia las únicas cuatro personas en el café. Una  me ve muy fijamente (Tiene ojos grandes). Las otras tres sólo dan cuenta de mi existencia y siguen con las suyas. Esa es la tertulia con treinta asistentes confirmados de Facebook.

Me rectifican que ese es el magno evento. Me invita(n) a sentarme. (Los ojos grandes me siguen. Está viendo mi alma. Lee mi mente) Me cuentan que todos estudian humanidades y son amigos entre ellos. (Que lindo. Que predecible. Incluso se parecen). Filosofía, Antropología, Sociología y el dueño del lugar: un activista con años de carrera. Yo soy un Ingeniero. No se extrañan, comentan, siguen con el tema original antes de que yo interrumpiera: No hay estudios históricos, antropológicos o cuantitativos de cuestiones LGBTTTI en nuestra ciudad de las rosas (desde hace 30 años). Puede sonar irónico ¿no? Es triste. El hombre me cuenta de su trayectoria, es larga, no le satisface. No le funcionó la librería, ni el grupo de teatro, ni el centro cultural, ni la cafetería-galería. No hay demanda. Los antros están abarrotados.

Esperamos un poco, doy algunas opiniones acerca de la importancia de la educación informal y chacharas del tipo, lo Ojos grandes me ven. Sugerimos comenzar, no creen que llegue nadie más. Llega la madre de Ojos grandes, es la orgullosa madre de un soon-to-be importante antropologo queer. (Wow). Y entonces todos nos volvemos un auditorio, los estudiantes naturalmente sacamos nuestras libretas ñoñas, ganas de vernos interesados y plumas azules. Entonces la iluminación hace la última prueba, el público guarda silencio y lentamente se alza la cortina: El show ha comenzado, Ojos grandes está en posición.

Su aparición en escena lo transforma, ya no es el chico que meserea en el café a ratos libres, es un sociologo hablando de sujetos, esencialismo y constructivismo. Su mirada se pierde entre las ideas que se precipitan de su aliento, no está viendo a ninguno, pero nos está viendo a todos. A todos. Al sexo, al género como construcción, al patriarcado, a los oprimidos, a los opresores. Sus ojos no se vuelven a cruzar con los míos. (Sus palabras no me ven. Sus palabras se vuelven materia tangible. Sus palabras llenan espacios vacíos)

Del aire en el cuarto se empiezan a precipitar sólidos. La heteronormatividad como una matriz/rejilla que regula lo que hacemos y no hacemos, muy a la contrato no explícito. El género como una construcción performativa. Judith Butler se cristalizó de entre las partículas suspendidas a abrazarnos con su gesto más cariñoso: Podemos crear un mundo más vivible para todos, ¡deshabilitemos al género con nuestro constante actuar,  evidenciemos que son castillos en el aire! Hay heterosexualidades no heteronormativas. Hay homosexualidades heteronormativas. Hay rejas y hay personas. Personas hechas de reja y rejas hechas de persona.

Los amorfos que se desparraman entre las mesas y estantes se extendían, los podemos nombrar pero hay que recordar que los nombres son circunstanciales. Ojos grandes y Xabier L. me hicieron evidente que ciertas acciones del pasado existen: actos homoeróticos, opresión, dinámicas de poder. Pero que las categorías como heterosexualidad, género y homofobia son constructos circunstanciales. De tal suerte que no podemos hablar de homosexuales en Grecia clásica. No podemos denunciar la homofobia de la edad media o acusar con la CONAPRED al gobierno de sus actos de violencia de género de principios de siglo XX. Las masas, y por ende sus átomos, trascienden sus categorías, repito, son amorfas.

Al llenar el cuarto con coloides polifásicos, me embriago de validez, de construcciones afianzadas, de armas de destrucción estructural. Tomo muestras, notas y bibliografía, hay que repetir la síntesis. Los nervios ahora estan en el pecho, pero por cuestiones de narrativa ahora le diremos emoción. Emoción contenida. Quiero ser un Care Bear para poder lanzar arco iris del franco pecho. (Que ridículo. Que cursi. Sospecho que a esto se le llama empoderar). Pero entonces, dan las doce, llega la carroza de calabaza y tengo que partir. Detrás no puedo dejar estiletos de cristal: aún no desafío sistemáticamente al género. En vez dejo una despedida y un silencio incómodos. (Los ojos grandes me vuelven a ver. Ahora los quiero ver yo a ellos.) Me marché.

Esa noche sonreí mucho. Cargaba con cristales en las bolsas.