De ojos y cristales queer

Posted by I'm the penguin | Posted in | Posted on Sunday, February 03, 2013

Aquello contra lo que revientan las olas me recomendó escribir estas pequeñas historias perdidas que sin hogar se vuelven recuerdos vagos. Creo que ahora lo haré, empezaré por esta.

Al saber que tenía que ir sólo, me apuré, de pésimo gusto llegar tarde cuando no conoces a nadie. Tenía una idea de cómo llegar, pero caminé sin saber dónde era. Me adentré al corazón de la ciudad, las caras se volvieron más nítidas, sus conversaciones más vivas, su ritmo más atareado: había que hacer vida. Con nervios en el paso y lentes en mano me metí por la callecita y no sabía si era el lugar correcto. Acto seguido salen del estacionamiento dos hombres en un auto, uno lleva un paliacate de colores floridos, el otro besa al primero. Salen del estacionamiento. Sí, estaba en el lugar que buscaba.

Entro por unas escaleras, ahora los nervios pasan a las rodillas. Llego a la mitad y un sujeto que iba bajando las escaleras se detiene, me ve y sonríe. "Pasa, está abierto". (Sonríe demasiado amable. Claro que voy a pasar ¿Podía no estar abierto?)- "Am a... gracias"- digo sonriendo incómodamente y continuando. Llego al piso y es un café normal: sillas, edificio viejo y alguna exposición de artista local. (No hay nadie. No llegué tarde. Nadie va a venir.) Entonces se dan cuenta de mi presencia las únicas cuatro personas en el café. Una  me ve muy fijamente (Tiene ojos grandes). Las otras tres sólo dan cuenta de mi existencia y siguen con las suyas. Esa es la tertulia con treinta asistentes confirmados de Facebook.

Me rectifican que ese es el magno evento. Me invita(n) a sentarme. (Los ojos grandes me siguen. Está viendo mi alma. Lee mi mente) Me cuentan que todos estudian humanidades y son amigos entre ellos. (Que lindo. Que predecible. Incluso se parecen). Filosofía, Antropología, Sociología y el dueño del lugar: un activista con años de carrera. Yo soy un Ingeniero. No se extrañan, comentan, siguen con el tema original antes de que yo interrumpiera: No hay estudios históricos, antropológicos o cuantitativos de cuestiones LGBTTTI en nuestra ciudad de las rosas (desde hace 30 años). Puede sonar irónico ¿no? Es triste. El hombre me cuenta de su trayectoria, es larga, no le satisface. No le funcionó la librería, ni el grupo de teatro, ni el centro cultural, ni la cafetería-galería. No hay demanda. Los antros están abarrotados.

Esperamos un poco, doy algunas opiniones acerca de la importancia de la educación informal y chacharas del tipo, lo Ojos grandes me ven. Sugerimos comenzar, no creen que llegue nadie más. Llega la madre de Ojos grandes, es la orgullosa madre de un soon-to-be importante antropologo queer. (Wow). Y entonces todos nos volvemos un auditorio, los estudiantes naturalmente sacamos nuestras libretas ñoñas, ganas de vernos interesados y plumas azules. Entonces la iluminación hace la última prueba, el público guarda silencio y lentamente se alza la cortina: El show ha comenzado, Ojos grandes está en posición.

Su aparición en escena lo transforma, ya no es el chico que meserea en el café a ratos libres, es un sociologo hablando de sujetos, esencialismo y constructivismo. Su mirada se pierde entre las ideas que se precipitan de su aliento, no está viendo a ninguno, pero nos está viendo a todos. A todos. Al sexo, al género como construcción, al patriarcado, a los oprimidos, a los opresores. Sus ojos no se vuelven a cruzar con los míos. (Sus palabras no me ven. Sus palabras se vuelven materia tangible. Sus palabras llenan espacios vacíos)

Del aire en el cuarto se empiezan a precipitar sólidos. La heteronormatividad como una matriz/rejilla que regula lo que hacemos y no hacemos, muy a la contrato no explícito. El género como una construcción performativa. Judith Butler se cristalizó de entre las partículas suspendidas a abrazarnos con su gesto más cariñoso: Podemos crear un mundo más vivible para todos, ¡deshabilitemos al género con nuestro constante actuar,  evidenciemos que son castillos en el aire! Hay heterosexualidades no heteronormativas. Hay homosexualidades heteronormativas. Hay rejas y hay personas. Personas hechas de reja y rejas hechas de persona.

Los amorfos que se desparraman entre las mesas y estantes se extendían, los podemos nombrar pero hay que recordar que los nombres son circunstanciales. Ojos grandes y Xabier L. me hicieron evidente que ciertas acciones del pasado existen: actos homoeróticos, opresión, dinámicas de poder. Pero que las categorías como heterosexualidad, género y homofobia son constructos circunstanciales. De tal suerte que no podemos hablar de homosexuales en Grecia clásica. No podemos denunciar la homofobia de la edad media o acusar con la CONAPRED al gobierno de sus actos de violencia de género de principios de siglo XX. Las masas, y por ende sus átomos, trascienden sus categorías, repito, son amorfas.

Al llenar el cuarto con coloides polifásicos, me embriago de validez, de construcciones afianzadas, de armas de destrucción estructural. Tomo muestras, notas y bibliografía, hay que repetir la síntesis. Los nervios ahora estan en el pecho, pero por cuestiones de narrativa ahora le diremos emoción. Emoción contenida. Quiero ser un Care Bear para poder lanzar arco iris del franco pecho. (Que ridículo. Que cursi. Sospecho que a esto se le llama empoderar). Pero entonces, dan las doce, llega la carroza de calabaza y tengo que partir. Detrás no puedo dejar estiletos de cristal: aún no desafío sistemáticamente al género. En vez dejo una despedida y un silencio incómodos. (Los ojos grandes me vuelven a ver. Ahora los quiero ver yo a ellos.) Me marché.

Esa noche sonreí mucho. Cargaba con cristales en las bolsas.


Comments (2)

me re gusto lo que escribiste! suerte

me re gusto lo que escribiste! suerte