Secuestro

Posted by I'm the penguin | Posted in | Posted on Tuesday, May 25, 2010

Antes de sacar las llaves de su edificio, un ventarron frío la envolvió completa y se fue tan rápido como vino, dejando en ella un pensamiento que reptó hasta lo más profundo de su razón. ¿y qué si en ese momento una camioneta de Rompevidas llegara y la secuestrara? Seguro se la llevarían, atarían su conciencia y sus ganas de una cena caliente en casa. La desvestirían de sus complejos e inhibiciones y tocarían cada una de sus fibras sensibles hasta que jadeante azotara del cansancio.

La mantendrían en un cuarto alejado de la civilización donde nadie pudiera escuchar sus quejas y reproches. Ahí encontraría más gente como ella, que a la fuerza fueron extirpados de sus vidas y ahora estaban condenados una incertidumbre desconocida. Después de enseñarle todo lo que desde su torre de aspiraciones prefabricadas no podía ver, fue sometida a un trato de verdades calcitrantes y bellezas postergadas.

Cuando los Rompevidas supieran que ya no podían hacerle nada más, llamarían a Sociedad pidiendo un rescate por la rehen, se tendría que hacer un retiro millonario de la ceunta de ahorros de la rehen del banco de las expectativas, en efectivo. No quedaría nada. No se involucraría a la policía ni a los medios. Todo pasaría como si nada.

Una vez terminada la transacción, los Rompevidas la llevarían en medio de un camino a un destino incierto. Allí ella sería dejada en libertad, tanta que le sería imposible regresar a su vida cotidiana.

Y tan pronto como el viento que vino y se fue, el repentino pensamiento la dejó y retomó conciencia. Sacó ráopido sus llaves de su bolsa, eligió la adecuada y antes de insertarla en la ranura volteó a su espalda, no vio nada. Metió la llave, volteó a ver el cuarto piso del edificio, donde yacía su cocina, donde prepararía la cena, su cama donde dormiría y su colección de tazas de té que usaría una vez al mes. Voletó de nuevo a su espalda, y se mantuvo inmovil por unos segundos, los segundos se hicieron minutos.

Esperó
¿a qué?
No estaba segura.

Al cabo de 10 minutos tomó un largo susprio, giro la llave y entró. Al cerrar tuvo la sensación de haber escuchado rejas golpear en ves de madera.

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