Fernando tenía dieciséis años y se encontraba en una cama ajena haciendo algo que hace unos días nunca hubiera creído posible.

-pero no me la creo- se decía, agitado y revoloteado

-No exageres, no ha estado tan bueno, yo ya lo he hecho varias veces y no es la gran cosa- le decía Rubén mientras se levantaba de la cama y se ponía zapatos.

-Bueno, dejalo a uno disfrutar su primera no? Que yo no tengo diario el aparatito ese- Fernando ahora hacía un pequeño pseudo- baile con las manos, el cual ni muerto se dejaría ver haciendo por cualquier persona, pero era la emoción, por fin lo había hecho.

-Y que crees ¿que lo uso de a diario?- Rubén trataba de disimular sus cientos de horas solitarias con el dichoso aparato.

-Fue fantástico cuando te cambiaste de lado y apretaste no se qué que todo cambio hasta de color- comentó Fernando aún agitado

-No fue para tanto, es cosa de practica- le confesó Rubén –bueno, y la verdad también leí una que otra cosa en internet.

-Da igual, apuesto que la próxima lo hago mejor- sencillamente ese día a Fernando no le tiraban la sonrisa

-¿Quién dijo que va a haber próxima vez?- Por alguna razón ahora Rubén le daba por hacerse el difícil

-Bueno, si me deja su majestad la reina de Mónaco-

Rubén se río -Es broma, ahí cuando quieras- dijo mientras se amarraba las agujetas.

-Cómo sea, que solo fue pasar un video jueguito- Fernando no podía ocultar que Antes del grito final era el mejor juego de peleas del mundo, lástima que no tuviera ni el juego ni la consola en su casa.

-De todas formas, yo siempre termino sobre ti- acabó diciendo Rubén, con una sonrisa complaciente.

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